Claudio X. González y otros magnates aceleraron su regreso a la Ciudad de México en enero solo para poder cenar con José Ángel Gurría, mandamás de la OCDE y hasta el momento un icono absoluto de lo que la Andrés Manuel López Obrador denomina como la "era neoliberal".
La velada que tuvo lugar en Lomas de Chapultepec, según cuentan algunos asistentes, comenzó atravesada por cierto aire enrarecido porque si bien Gurría había manifestado en los primeros días de su visita que la economía mexicana no iba por buen rumbo, luego terminó concediendo algunos aspectos del plan que lleva adelante Arturo Herrera. Una seguidilla de elogios a la 4T que muchos leyeron como un gesto ante su anhelo por presidir el BID.
Sin embargo, el eje de la plática rápidamente se volcó hacia la política. Claudio X. se mostró alarmado por el reciente bajo perfil que han asumido los ex presidentes Felipe Calderón y Vicente Fox. Hace tres semanas que dejaron de cuestionar directamente a AMLO y sólo envían algún mensaje ocasional por redes sociales.
El perfil más cauto de Calderón, muchos coincidieron, es una respuesta obvia a las complicaciones políticas que podría representarle el caso de Genero García Luna en Dallas. Con Fox pasa algo similar con la pesquisa sobre los Legionarios de Cristo y sus sociedades off-shore.
Según el entendimiento de los presentes en esa reunión reservada, en realidad la detención de García Luna es la moneda de pago del gobierno de Donald Trump luego de que México cediera en cuestiones migratorias, de seguridad y de comercio.
Se mencionó rápidamente un relato que circula en las alturas del empresariado que viene a decir que el mandamás de una importante aerolínea fue quien le llevó a Calderón el mensaje de que tenía que bajar a sus críticas contra el presidente porque cuando se abriera la carpeta local del caso García Luna sería su nombre el primero en la lista de investigados.